La Historia Sobre las Corridas de Toros
Aunque las corridas de toros sean un espectáculo singular y
vergonzosamente español, su origen se remonta a los sangrientos juegos romanos
y las crueles venationes en las que se mataban miles de animales para divertir
a un público sediento de sangre y fuertes emociones. Según cuenta Plinio el
Viejo, en su Historia Natural, Julio César introdujo en los juegos circenses la
lucha entre el toro y el matador armado con espada y escudo, además de la
“corrida” de un toro a quien el caballero desmontando derribaba sujetándolo por
los cuernos. Otra figura de aquella época, según Ovidio, fue el llamado
Karpóforo, que obligaba al toro a embestir utilizando un pañuelo rojo. El
sacrificio de toros también se incluía entre los ritos y costumbres que los
romanos introdujeron en Hispania.
En Creta, además del relato de la mitología griega que
cuenta las aventuras de Ariadna, hija del rey Minos, y Teseo, que mató al
Minotauro, hay constancia de la celebración de juegos en la plaza de Cnossos,
en cuyo palacio, conocido por el Laberinto, pueden verse frescos que muestran a
hombres y mujeres en escenas de tauromaquia, guiados quizá por los mismos mitos
y la ignorancia insensata que permite caracterizar a un pacífico animal como
un monstruo o enemigo virtual, convirtiéndole en víctima real de nuestro fracaso
evolutivo como seres humanos, para poder traficar con la vida y el dolor de
cuantos carecen arbitriamente de nuestros inmerecidos privilegios.
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